Este humorista decide intentar iniciarse en el noble arte del sumo de una manera un tanto especial: se enfunda un disfraz buscando imitar la grasa y se pone a pelear en medio de la calle con un amigo que ha hecho lo mismo. El lugar elegido es una pequeña rotonda en su país, por donde pasa la gente que no acaba de entender lo que están haciendo.
No tienen pudor en pelear aunque impidan a los coches avanzar o la gente camine a su lado. Una broma de lo más divertida y ocurrente, que demuestra la originalidad de muchas de estas personas cuando se plantean cómo sorprender a la gente. Un humorista que ya tiene en su haber multitud de escenas de la misma índole.