El proceso es muy simple, le entran ganas de hacer caca y se acerca al baño, donde apoyado en la taza va buscando la mejor posición posible demostrándonos lo flexibles que son los especímenes de esta raza. Da vueltas y vueltas hasta que logra por fin alcanzar la postura perfecta, concentrándose todo lo posible hasta que podemos oír el característico ‘chof” de que algo ha caído al agua.
Tirar de la cadena todavía no ha alcanzado a aprenderlo pero poco a poco, desde luego ha conseguido hacer avances que no esperábamos ver jamás en un gato. Ahora ya los dueños no tendrán nunca que complicarse buscando arena nueva para cambiarla una vez la ha usado el animal, ya solo tendrán que esperar a que salga del baño.