A base de paciencia y dedicación ha conseguido que el perro haya aprendido a manejar el auto, moviéndose con él como si llevase toda la vida conduciendo.Todo comenzó creando un asiento personalizado con madera y plástico en casa para poder enseñarle. Cada pequeño gesto era premiado con una golosina, haciendo que el perro lo interiorizase y así, llegado el momento, condujese con su dueña cerca suya. No coge mucha velocidad como es normal, y es un circuito cerrado donde es imposible que se cruce con otro automóvil con el correspondiente peligro que podría llegar a acarrear.
A nosotros nos ha encantado ver a este simpático perro conducir. Es una escena preciosa que demuestra que con paciencia y demostrándole cariño a tu mascota todo es posible, devolviéndote el esfuerzo que has invertido con una destreza inigualable. Esperemos que alguna escudería se anime a contratar a este nuevo as de la velocidad.