Simplemente consiste en ponerse en medio de una persona que va andando por la calle, agacharse y que no pueda evitar tropezarse con nuestro cuerpo. Al no esperarnoslo cae sin remedio al suelo, llevándose un buen golpe en la mayoría de casos aunque no conlleve nada más después. Hay algunos que consiguen mantener el equilibrio pero aún así sigue siendo una auténtica jugarreta lo que les hacen.
Su respuesta es ir a pegar al bromista, por gracioso, para que aprenda que ese tipo de bromas hacen mucha gracia a quien las ve pero poca a quien las sufre. Nosotros como estamos del lado de quienes las ven podemos reírnos sin problema por lo que lo mejor es disfrutar.